La alegría y espontaneidad de los niños los ayuda a realmente vivir en el presente y disfrutar cada experiencia, pero estas son cualidades que también los vuelve impacientes. Entonces, pensando desde la educación financiera, ¿cómo ayudar a los niños a ejercitar el músculo de la paciencia?

Para inculcar en ellos buenos hábitos financieros, es muy importante que desde pequeños aprendan a retardar su recompensa y entender que, con disciplina, más adelante podrían obtener más y mejores ganancias.

Vivir en el momento

Uno de los aspectos maravillosos de ser niño es la capacidad de “vivir en el momento”. Los adultos invertimos mucho tiempo (y, a veces, ansiedad) en imaginar el futuro y adelantarnos a los eventos o en repensar en lo que ya pasó. Los niños, en cambio, no se anticipan al futuro ni añoran el pasado.

De hecho, un estudio de la Universidad de Harvard encontró que las personas adultas gastamos casi la mitad del tiempo que estamos despiertos (46.7%) pensando en algo diferente a lo que en realidad estamos o deberíamos estar haciendo. Pero ese es tema para otra publicación.

Los niños, sobre todo en la primera infancia, dejan ir fácilmente el pasado y no entienden la complejidad del concepto “futuro”. Es por esto que, cuando un niño se aburre en un centro comercial, el que nosotros le digamos que nos iremos “en 10 minutos” no tiene ningún significado. – ¿Cuánto es 10 minutos? ¡Yo me quiero ir ahora! –

El interés de los niños se centra mucho más en ser que en hacer. Su naturaleza espontánea y creativa hace que sus pensamientos y acciones fluyan de un punto a otro. Esta increíble capacidad que hace que los niños exploren el mundo y se maravillen de todo lo que van descubriendo también favorece que les sea un poco más difícil fijarse un objetivo a largo plazo y tener que esperar para recibir una recompensa. Entonces, ¿cómo podemos ayudarlos a ejercitar su paciencia?

Los estudios del malvavisco

En la década de los 70, la Universidad de Stanford condujo una serie de experimentos con niños de entre 3 y 6 años.  A cada niño se le ofrecieron dos opciones: una modesta recompensa que podían tomar en ese mismo momento (un pequeño malvavisco), o una recompensa mayor (2 pequeños malvaviscos) si decidían esperar por ella durante 15 minutos, ¡una eternidad en tiempo niño!

Aquí hay un video que ejemplifica los estudios:

Las implicaciones de los estudios del malvavisco han sido debatidas durante muchos años, pero sirven de ejemplo para cuestionarnos qué harían nuestros hijos: ¿Se comerían el malvavisco en el primer segundo o esperarían estratégicamente por una recompensa mejor?

Hablando del ahorro, es un hecho que para alcanzar un objetivo debemos aprender a retardar nuestra sensación de recompensa. Y no sólo debemos dejar de comernos el malvavisco por 15 minutos; debemos pasar semanas, meses e incluso años sin malvaviscos, siendo pacientes y disciplinados.

O sea, aprender a retardar la recompensa es un punto vital, y casi podríamos decir que de la misma importancia, que tener un objetivo de ahorro claro.

¿Cómo enseñar a retardar la recompensa (en un mundo de recompensas inmediatas)?

Walter Mischel, el psicólogo a cargo del estudio de los malvaviscos explicó en una entrevista que aprender a retardar nuestras recompensas es un músculo que, tanto niños como adultos, podemos fortalecer. Así que, si queremos que los niños aprendan a esperar por recompensas mayores, debemos hacer ejercicios continuos y reforzar siempre que haya oportunidad.

Aquí les compartimos un ejercicio, creado por Money Prodigy, que podemos poner en práctica en casa. Y recordemos, no importa que los niños sean pequeños; mientras más pronto comencemos a inculcarles conocimientos sobre educación financiera ¡mucho mejor!

El método de las monedas de chocolate

En realidad, podemos emplear galletas, caramelos o cualquier gratificación que los niños puedan tener al instante, pero usar monedas de chocolate es una excelente opción porque son recompensas que los niños pueden disfrutar en el momento (gratificación inmediata), y también pueden guardarse en alcancías ¡porque parecen dinero real!

Para seguir el método, debemos tener claros los siguientes puntos:

  1. Cuántas monedas ofreceremos cada vez que hagamos el ejercicio.

Por ejemplo, una moneda por recompensa inmediata y dos por decidir esperar.

  1. Cuánto tiempo deberán esperar los niños para ganarse una recompensa mayor

Por lo general, mientras más pequeño es el niño menor debe ser el tiempo que tiene que esperar por la recompensa. Para niños entre 6 y 8 años unos días puede ser un buen comienzo y un mes podría ser un objetivo alcanzable para niños mayores.

Si al arrancar el ejercicio observamos que el tiempo de espera fue muy poco o fue demasiado, podemos ajustar para la siguiente vez que lo intentemos.

  1. Una recompensa mayor para el futuro: qué ganarán los niños si deciden retardar su recompensa

Esto puede ser abordado de diferentes formas:

  • Más monedas de chocolate: Si pueden esperar el tiempo acordado y no comer la moneda al instante, pueden ganar más monedas.
  • Un objeto o experiencia: Si alcanzan determinado objetivo, podemos intercambiar las monedas por algo que ellos quieran: un juguete, una visita al parque o un helado, por ejemplo.
  • Dinero real: Llegado el momento, las monedas de chocolate pueden ser intercambiadas también por dinero real para un objetivo de ahorro mayor.
  1. La confianza en que realmente alcanzarán una recompensa mayor si deciden esperar

Como hemos dicho antes, la confianza es básica al momento de enseñar buenos hábitos a los niños. Los niños deben estar seguros de que, si deciden no comer la moneda de chocolate, habrá para ellos una recompensa mayor. Una forma sencilla de empezar a construir confianza es literalmente poner enfrente de ellos las dos monedas de chocolate, la que obtendrán de forma inmediata y la que podrían ganar si esperan.

¡Comenzamos!

Ahora debemos empezar el ejercicio y ser observadores. Si el niño decide esperar, entregaremos su recompensa extra una vez cumplido el plazo de tiempo acordado. Si, por el contrario, se come la moneda en el momento, tendremos que darnos un tiempo y volver a intentar la dinámica.

En ambos casos, es buena estrategia platicar con los niños y preguntarles por qué optaron por más ganancias o por qué prefirieron tomar su moneda al momento. Esto nos irá dando una noción sobre lo que nuestros hijos opinan sobre la paciencia y los conceptos que tienen sobre la espera y las mayores o menores ganancias.

Recordemos que aprender a retardar la recompensa es como entrenar un músculo, así que es probable que tengamos que intentar algunas veces antes de lograr el objetivo. Los niños maduran todos los días y al retarlos con ejercicios como este los ayudamos a desarrollar su autocontrol.

Lo más importante es ser un buen ejemplo

Imaginemos lo difícil que debe ser para los niños creer que pueden lograr algo que jamás han visto que suceda en la vida real. Así, igualito, pasa con el ahorro.

En Tengo Iniciativa hemos hablado antes sobre la importancia de ser buen ejemplo para nuestros hijos y sobre los beneficios que tiene inculcar en ellos hábitos que los lleven al éxito. Bueno, pues lo volvemos a decir: si nuestros hijos observan que nosotros nos planteamos objetivos, somos disciplinados y al final obtenemos nuestra recompensa, tendrán por seguro que su esfuerzo también valdrá la pena.

¡Empecemos cuanto antes!

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