Uno de los grandes miedos contra impartir educación financiera es si hablar de dinero puede volver a los niños materialistas. En este post exploraremos qué implica que alguien sea materialista y cómo esto tiene que ver más con una visión del dinero que con el conocimiento del mismo.

¿Qué es ser materialista?

Partamos de qué implica ser personas y niños materialistas. El origen viene de una corriente filosófica, opuesta al espiritualismo, que considera que solamente existe la materia y que reduce el espíritu a una consecuencia de ella.

En el sentido moderno o coloquial del término, alguien materialista es una persona que únicamente se preocupa por tener posesiones o que cree que el dinero es lo más valioso en la vida.

Para que los niños adquieran una visión así, creo que tienen que pasar cosas como:

  1. Que el dinero se trate como EL FIN en lugar de un medio para conseguir otros objetivos: bienestar, salud, calidad de vida, cumplir metas, aumentar el impacto de algo, libertad, etcétera.
  2. Cuando no está muy clara la relación entre dinero, trabajo y esfuerzo. Es fácil caer en el síndrome del “millonario instantáneo” o sólo ver y valorar el resultado pero no el proceso. De hecho, uno de los más grandes retos con los niños es que entiendan que el dinero es resultado del trabajo, de agregar valor, en el fondo de hacer algo útil para otros.
  3. La ausencia de otros valores y de un proceso de autoconocimiento. De alguna forma es fácil “fijarse únicamente en las cosas” si sólo se nos ha enseñado a poseer y a responder a todos los estímulos de la mercadotecnia. Pero cuando en la casa y la escuela aprendemos también la importancia del conocimiento, de ser bondadosos, de atesorar experiencias, a preguntarse qué es lo que realmente nos importa a nosotros, a plantearnos metas y a tener un sentido de contribución, es muy probable que busquemos satisfacción en algo más que “poseer”.

La cultura popular financiera o la industria de la “auto ayuda” financiera no ha ayudado mucho a esta causa, pues en ocasiones retrata a la riqueza con autos convertibles, mansiones, grandes lujos y de preferencia que todo eso se conquiste de forma “fácil, rápida y sin esfuerzo”.

Se entiende que bajo esa visión los padres se preocupen porque sus hijos pierdan quizás la inocencia al hablar del dinero, se enfoquen solo en posesiones y hasta dejen de hacer actividades propias de su edad por querer conseguir dinero. Mi opinión es que el enfoque arriba mencionado es una visión “coja” o parcial de lo que realmente debería ser la educación financiera.

¿Cómo manejar la educación financiera para no fomentar niños materialistas?

Mucha gente cree que la educación financiera es “hablar de dinero”, saber administrarlo y generarlo, pero esto es sólo una parte.

La educación financiera en realidad es desarrollar habilidades y brindar conocimiento en la manera en la que utilizamos nuestros recursos en sentido amplio -tiempo, dinero, esfuerzo, recursos naturales disponibles, etcétera- y tomar decisiones de modo que podamos lograr un bienestar, protegernos ante riesgos y cumplir nuestras metas.

Hay una parte técnica que puede ser los conceptos, incluso las matemáticas básicas para hacer un presupuesto u obtener los intereses de una inversión o un préstamo. Pero están también las llamadas “habilidades sociales”, mencionadas por la UNESCO en su estudio Toward Universal Learning, como por ejemplo, la capacidad de plantearse metas y hacer planes para llegar a ellas, el autoconocimiento para tener claras nuestras prioridades, la toma de decisiones, la comunicación efectiva, la negociación, entre otras.

Sin las habilidades sociales la educación financiera estaría incompleta y es donde obtiene una dimensión más humana, más integral y donde el dinero comienza a convertirse en una herramienta para alcanzar objetivos, no un fin en sí mismo.

Si se maneja de manera adecuada, con educación financiera los niños no sólo aprenderán a manejar sus recursos más inteligentemente, sino que entenderán que el dinero en sí no es lo más importante, pero que hay que ponerle atención y ser cuidadosos para podernos enfocar en lo que sí lo es.

Es por eso que en los libros del programa Tengo Iniciativa se tienen las tres dimensiones: habilidades sociales, educación financiera y emprendimiento. Son una triada en la que el autoconocimiento, el sentido de contribución y el uso de los recursos están en constante interacción.

La importancia del dinero en la vida con y sin educación financiera

Si lo pensamos bien, el dinero suele ser lo más importante para quienes es escaso o tienen problemas de dinero. Si tienes una deuda es muy probable que tu atención y tu tiempo estén puestos en eso y quizás no en tu familia, cómo realizarte laboralmente y cómo contribuir al entorno. En cambio, alguien que tiene finanzas en orden, que ahorra, que pone su dinero a trabajar es muy probable que pueda dedicar más tiempo a lo que le importa porque no está todo el tiempo preocupado o tapando hoyos por aquí y por allá.

Y aquí entra también mucho del significado que se le da al dinero en casa: si para una familia siempre han sido deudas, preocupaciones, motivos de pelea es probable que los niños crean que eso es. Si en otra casa se ve como protección, medio para cumplir objetivos y se tiene un pensamiento a futuro, esta será la idea que tengan sobre el dinero al crecer.

¿Qué es lo que queremos que aprendan nuestros niños sobre dinero? ¿Qué importancia queremos que tenga el dinero en sus vidas? Para evitar volver a nuestros hijos niños materialistas y “restarle” peso al dinero en sus vidas hay que enseñarles a manejarlo, a que sean ellos quienes controlen al dinero y no al revés.

Hablar de dinero con los niños no los hace materialistas si le das su justa dimensión al dinero, si lo tratas como un medio para lograr otros objetivos, si logramos que los niños entiendan de dónde viene – que entiendan conceptos como el esfuerzo, el valor agregado, el valor del trabajo – y si la educación financiera se acompaña de autoconocimiento y fomento a los valores.

¿Qué te gustaría que el dinero fuera para tus hijos? Cuéntanos en el área de comentarios.

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