Es una costumbre común hacer una lista de propósitos para año nuevo. Común y muy vieja. En la antigua Roma, las personas le prometían a Jano, dios de los nuevos comienzos, que se portarían mejor de lo que habían hecho durante el año anterior.

No sabemos si los romanos cumplían sus promesas al 100%. Pero sabemos que, un par de milenios despúes, sólo el 46% de las personas que hacen propósitos siguen apegados a su plan 6 meses después de año nuevo. Para fin de año, sólo el 8% seguirá trabajando en sus objetivos.

Hay varias razones sobre por qué no somos buenos para retener nuestras promesas. Entenderlas nos podría ayudar a, finalmente, cumplir nuestros propósitos para el nuevo ciclo que se acerca.

¿Por qué no somos buenos para cumplir nuestros propósitos de año nuevo?

Algunos psicólogos y otros especialistas que han estudiado el tema de los propósitos de año nuevo explican que tendemos a establecer objetivos muy vagos, en lugar de ser específicos. Por ejemplo, nos proponemos “hacer más ejercicio” en lugar de especificar “caminar durante media hora, cinco días a la semana”.

Otra razón detrás del fracaso de las resoluciones de año nuevo es que propósitos como “perder peso” o “dejar de fumar” (dos de los propósitos más populares) implican un cambio de hábitos muy profundo. Auto examinación, auto conocimiento y enfrentar ciertas costumbres y hasta traumas que nos llevan a actuar de cierta forma.

3 buenos propósitos para este año nuevo

Para este año, proponemos cambiar un poco el plan y hacer propósitos positivos y creativos que, además, es más probable que realmente se pueden cumplir.

1- Dejar de procrastinar

Procrastinar es cuando pospones hacer tus tareas y obligaciones de forma habitual. Si eres de los que va “dejando para después” todo lo que tienes que hacer y entras en acción cuando la cosa ya está que arde, este propósito puede funcionarte.

Joseph R. Ferrari, profesor en psicología en la Universidad DePaul en Chicago, ha pasado años investigando esta conducta y estima que el 20% de la población mundial es procrastinadora. En casos muy extremos, el profesor aconseja que acudan a terapia las personas que realmente procrastinan todo y jamás completan una tarea.

Sin embargo, para aquellos que no somos tan disfuncionales, pero que podríamos apretar los tornillos en este tema, el profesor Ferrari sugiere seguir algunos pasos que podrían contraatacar la tendencia a holgazanear:

  1. Tener tus pendientes por escrito ayuda a concientizar sobre lo que tienes que hacer mucho más que sólo tenerlo en mente. Así que haz listas con tus pendientes y agrega tiempos de entrega realistas. Identifica las prioridades y trabaja sobre ellas primero.
  2. Después, conscientemente elige las cosas que más te molesta o te da flojera hacer y sólo hazlas. Así como tomar medicina, hazlo y ya. El punto de atacar las tareas que menos quieres hacer es que, justamente, esas son las que pospondrás una y otra vez.
  3. Las distracciones tecnológicas son un problema para los procrastinadores. Así que atácalas agresiva y asertivamente. Por ejemplo, revisa tu correo sólo una vez cada hora y solamente responde los mensajes que sean absolutamente necesarios.
  4. Oblígate a completar las tareas de tu lista antes de que agregar más tareas. El chiste es completar cosas, no hacerlas más largas.
  5. Piensa quienes son las personas más productivas que conoces, ya sea en el trabajo o en tu vida personal. Después, acércate a ellas y trata de aprender sus técnicas y hábitos para sacarle provecho al tiempo. Su ejemplo te puede servir más de lo que te imaginas.
2- Aprender a tomar riesgos

Si estás pensando en emprender un negocio o irte al viaje de tus sueños, probablemente ya te diste cuenta de que lograr tu meta va a requerir tomar riesgos. Y, a menos que seas parte de esa minoría que los psicólogos llaman “buscadores de emociones fuertes”, lo más seguro es que sientas la necesidad innata de ir a lo seguro y evitar arriesgarte. Lo que no te va a llevar a ningún lado.

Por eso, un buen propósito para 2020 es aprender a tomar riesgos. Esto no quiere decir actuar a lo tonto o tomar decisiones sin medir consecuencias. Mas bien significa que debemos decidir qué riesgos valen la pena ser tomados para alcanzar tus objetivos.

Para esto, el renombrado neurocirujano Ben Carson, que frecuentemente debe enfrentar riesgos de vida o muerte en su trabajo, aconseja aplicar un proceso simple: en lugar de evaluar las probabilidades de tu éxito, evalúa que tan dispuesto estas a aceptar los variados posibles resultados de lo que emprendas. 

  1. ¿Qué es lo mejor que podría pasar si tomas un riesgo en particular? ¿Qué es lo peor?
  2. Una vez que hayas sopesado ambos escenarios, imagina las cosas al revés: ¿qué es lo mejor y lo peor que podría pasar si NO tomas un riesgo?

Si los positivos son más que los negativos y los beneficios de actuar son más que los de no actuar, es hora de dar el salto.

3- Poner tus talentos al servicio de una buena causa

Hay muchas formas en que puedes poner tus talentos al servicio de una buena causa. Y no tiene que ser una obra estelar. Piensa en tu comunidad y hallarás respuestas. Tal vez puedas ayudar a tus vecinos con su tarea de inglés. O ayudar a tu biblioteca local a diseñar unos carteles para sus círculos de lectura. SIEMPRE hay algo que hacer.

Y, sin embargo, muy pocas personas se ofrecen como voluntarias para ayudar a sus comunidades. De acuerdo con el estudio “Estadísticas a propósito del Día Internacional de los Voluntarios” del INEGI (2018) de cada 100 mexicanos con edades de 15 y más años, sólo dos son voluntarios en alguna asociación no lucrativa del país.

Sabemos que parte del problema es la falta de tiempo disponible. México es el país de la OCDE que más horas labora a la semana. Además, de acuerdo con la plataforma “Sin tráfico”, cada ciudadano de las 32 principales ciudades de nuestro país puede perder hasta 6 días al año en congestionamientos viales, en el que se supone que es su “tiempo libre”.

Pero, todos deberíamos hacer el esfuerzo de incluir en nuestra vida un poco de espacio para ayudar. Si bien no todos podemos comprometernos con tiempo diario o semanal fijo, podemos aprovechar las oportunidades que se nos presentan en el día a día para ayudar.

Preparar algo de comida para una amiga que acaba de tener un bebé. Ofrecerte para apoyar a un compañero de trabajo enfermo o enviar un pequeño mensaje a alguien que sepas que lo está pasando mal.

Ayudar a una persona a la vez es también una forma de ser más humanitario y te dará esa sensación cálida de haber hecho el bien.

¡Imagina cumplir tus propósitos de año nuevo!

Ya sea comer más sano, hacer ejercicio o conocer el mundo, decide, antes que nada, que tus propósitos no sean sólo buenos deseos.

Haz tus listas, ponte alarmas, apaga el celular, ¡has lo que tengas que hacer! Porque, más allá de los buenos deseos, queremos que sientas la emoción de reinventarte. La confianza que da realmente lograr un cambio y alcanzar tus metas.

¡Feliz 2020!

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