Para estos momentos ya ha quedado bastante claro que la pandemia por COVID-19 no acabará pronto. Sabemos también que tendremos que reeducarnos y convivir con el virus por unos meses, quizá incluso un par de años, antes de que exista una vacuna que nos inmunice contra esta enfermedad.
Ante este panorama, es muy normal que nos sintamos ansiosos. La incertidumbre sobre el futuro puede paralizarnos y tomar el control de nuestros pensamientos y acciones. Para no permitir que esto pase es importante que nos preparemos para adaptarnos a la inminente realidad trabajando en nuestra resiliencia. Y, si somos padres, debemos ayudar a nuestros hijos a reforzar la suya.
Resiliencia: doblarse, pero no romperse
La resiliencia se refiere a la habilidad de hacer frente a cualquier situación que nos encontremos en la vida. Algunas personas se sienten derrotadas ante los desafíos y bajan las manos. Otras, aunque también puedan sentir desesperanza o sentimientos negativos, afrontan la situación y se levantan de ella con aprendizajes y siendo más fuertes que antes.
Estas son las personas resilientes.
Muchos estudios psicológicos señalan que estas 5 habilidades, que son parte de las necesarias para ser resilientes en medio de una crisis, se pueden aprender:
1- Mirar de forma positiva
Todos podemos elegir con qué mentalidad enfrentamos cada día. Para cambiar el enfoque debemos mirar las oportunidades que presenta una situación, buscar soluciones y usar un lenguaje positivo. Por ejemplo, en lugar de decir “No puedo con esto”, trata con “Esta situación es complicada, pero ya he salido de situaciones difíciles antes; puedo lograrlo”.
Hay estudios que indican que cuando invertimos un par de minutos cada día para enfocarnos en cosas positivas y en practicar la gratitud, después de 3 semanas el cerebro desarrolla la habilidad de dar atención a lo bueno que nos rodea en lugar de sólo ver lo negativo.
Por otro lado, los pensamientos positivos, así como las interacciones y las conversaciones que tienen un enfoque más luminoso liberan oxitocina en nuestro cuerpo, la hormona que reduce la ansiedad, la agresión y el estrés.
2- Ser espiritual
Sin hablar de una práctica religiosa en específico, e incluso sin una religión de por medio, la Organización Mundial de la Salud ha dicho que para muchas personas, la religión, las creencias personales y la espiritualidad son una fuente de confort, bienestar, seguridad, sentido de pertenencia, propósito y fuerza.
Hablando de resiliencia, un sistema de creencias puede proveer alivio y hacernos sentir el poder necesario para superar dificultades, especialmente cuando la vida espiritual nos enfoca en encontrar significado a las cosas que nos pasan.
Adentrarse en la vida espiritual se muestra constantemente como un motor para el crecimiento después de un trauma o un evento que cambia nuestras vidas drásticamente.
3- Afrontar los problemas activamente
Este punto se refiere a la capacidad de manejar el estrés afrontando de manera activa nuestros problemas. Algunas personas prefieren darles la vuelta. Otras los postergan hasta que es inevitable encararlos. Las personas resilientes actúan de manera estratégica para resolver sus dificultades. Aceptan su responsabilidad y usan las herramientas que tengan disponibles.
El manejo activo de los problemas puede tener varias manifestaciones. Algunos ejemplos son modificar un hábito negativo, realizar actividad física para manejar el estrés o buscar grupos de apoyo para compartir nuestras experiencias.
Dar la cara a los problemas e involucrarnos en su solución se ha asociado a un mejor control de los estados de ánimo y una mayor autoestima.
4- Tener autoeficacia
La autoeficacia es la confianza que tenemos en nuestra propia capacidad para lograr lo que nos proponemos. Normalmente las personas evitan las tareas para las que no se sienten capacitados y llevan a cabo tareas donde perciben que su autoeficacia es alta.
Las personas resilientes tienden a tener mayor percepción de autoeficacia. Estas personas saben que tienen las habilidades necesarias para resolver un problema. O tal vez no las tienen, pero saben que las pueden aprender.
Cuando hablamos de resiliencia, la autoeficacia forma parte de los recursos cognitivos que se forman en un individuo desde que es muy pequeño. Estas dependen, en gran medida, de la relación de apego y confianza que tienen con sus padres.
5- Saber construir significado
La construcción de significado es el proceso en el que las personas comprenden o encuentran sentido en las cosas que les suceden. Muchos especialistas han propuesto que todos podemos encontrar significado en lo que nos sucede, ya sea buen o malo, incluso en la pérdida o en la tragedia.
Cuando las personas experimentan algo nuevo o se encuentran con una situación que contradice sus creencias o aprendizajes, tienen que atravesar un proceso de evaluación y transformación para dar un nuevo significado a eso que les sucede.
Como factor de la resiliencia, la construcción de significado nos ayuda a negociar con el mundo en el que vivimos. Es importante para entender que todo lo que nos sucede nos hace aprender algo nuevo y ampliar el horizonte de la forma en la que vemos las cosas.
Construir resultados positivos
En medio de esta crisis mundial podemos encontrar esperanza en saber que muchos somos resilientes, aún sin saberlo.
Es probable que tú y tu familia experimentarán crecimiento y fortalecerán habilidades importantes durante esta lucha contra el COVID-19. Dentro de todo lo malo, esas son buenas noticias y vale la pena también hablar de esto.