Sabemos desde hace tiempo que las emociones están involucradas en el proceso de aprendizaje. En el contexto de la pandemia por COVID-19, este tema cobra mucha importancia porque es normal que las emociones de los niños anden disparadas.
Reconociendo y entendiendo cómo ayudar a nuestros hijos a manejar emociones que bloquean el aprendizaje, como el enojo, el agobio y hasta el aburrimiento, podremos ayudarlos a transitar esta etapa más fácilmente.
Las emociones y el aprendizaje
Las emociones tienen bastante influencia en el proceso cognitivo de las personas. Esto incluye nuestra atención, motivación para aprender, nuestra percepción, aprendizaje, memoria, razonamiento y resolución de problemas.
Las emociones tienen una particular influencia modulando la cantidad de atención que le dedicamos a algo, lo que motiva nuestra retención y acción al respecto de eso que estamos aprendiendo.
Hablando de las emociones negativas, hay estudios que señalan que pueden obstruir significativamente el aprendizaje de los alumnos. Experimentar ansiedad antes de un examen, aburrimiento o sensación de derrota puede llevar a los estudiantes a estar distraídos, procrastinar sus tareas o a evitar esforzarse para lograr una meta.
Las emociones negativas son un gran factor para explicar por qué muchos estudiantes no alcanzan el máximo potencial de sus habilidades e intereses. Incluso, estas emociones pueden poner en riesgo el desarrollo de la salud y la personalidad de los niños, propiciando problemas para relacionarse de forma armónica e incluso el abandono escolar.
1- Ansiedad
La ansiedad causa problemas para concentrarse, dificulta controlar las preocupaciones y no nos deja conciliar el sueño. Esto causa que los niños estén tensos o irritables, por lo que sus mentes se apagan.
La cuarentena y la escuela en casa pueden causar ansiedad en los niños. Para ayudarlos, el objetivo no es eliminar completamente las fuentes que la causan, porque eso es prácticamente imposible. La idea es más bien ayudarlos a tolerar y navegar la ansiedad y a funcionar bien a través de ella. Cuando los niños comiencen a trabajar, aprender y tener logros, su ansiedad bajará e incluso podría desaparecer con el tiempo.
Para ayudarlos a navegar su ansiedad primero debemos asegurarles que está bien sentirse enojados o tristes por la situación que vivimos. Esto validará sus emociones. Armemos un plan con acciones que los ayude a distraerse y sentirse mejor, como pintar con acuarelas, jugar un juego de mesa o ver su película favorita.
Por otro lado, tal vez sea necesario ajustar las expectativas al respecto del rendimiento escolar. Los niños no están aprendiendo en un entorno físico normal, tampoco en una situación óptima para sus emociones. No esperemos ni les pidamos el 10 perfecto.
2- Frustración
Los niños que experimentan frustración durante esta etapa de escuela en casa pueden estar expresando la sensación de pérdida de seguridad en sus vidas o control en su rendimiento escolar. Además, pueden sentirse solos o abandonados, lejos de sus amigos y sus profesores.
Los niños pueden sentirse frustrados con la situación de la escuela en línea, ya sea porque no sienten conexión con los conocimientos o porque no les gusta que papá o mamá tengan un rol tan activo en actividades que antes eran exclusivas del salón de clases.
La frustración puede expresarse con cambios de ánimo, un aumento de peleas con los hermanos o confrontaciones con los papás. También puede ser que los niños posterguen las actividades escolares o que no las completen definitivamente.
Un consejo para afrontar la frustración es tomar pausas y usar las herramientas que tenemos disponibles. Nadie quiere ver a sus hijos pegados a la consola o al teléfono todo el día, pero si jugar en línea con sus amigos o hacer una videollamada aliviará su frustración, ¡que lo hagan! Si la lección de fracciones no está fluyendo y los está frustrando, dense una pausa. Pueden jugar un rato comer algo y después intentar de nuevo. Ahora, tal vez como nunca antes, tenemos mucha menos prisa.
3- Pesimismo
Ver las cosas de forma pesimista es una especia de mecanismo de defensa con el que las personas “se preparan para lo peor”. Si lo pensamos, en el contexto de la pandemia, los niños tienen razones para desarrollar una actitud negativa o pesimista ante la situación.
La pérdida de clases, el aislamiento, la falta de cura para el COVID-19 y la incertidumbre ante el futuro son sólo algunos de los factores para el pesimismo que los niños pueden tener en mente, ya sea porque se enteran en medios de comunicación o porque escuchan a los adultos hablando sobre estos temas.
Para ayudar a nuestros hijos a contrarrestar el pesimismo empecemos por discutir con ellos 3 preguntas:
- ¿Qué es lo peor que puede pasar?
- ¿Por qué estás tan seguro de que las cosas irán mal?
- ¿No crees que es preferible esperar lo mejor en lugar de lo peor?
Además de discutir esto, otra forma de ayudar a cambiar la mentalidad de los niños hacia un enfoque más positivo es la gratitud. Agradecer nuestra salud, nuestra familia, la posibilidad de estar a salvo en casa y de seguir en contacto con amigos y familia por vía digital… Solamente cambiando algunas palabras en nuestro discurso podemos hacer una gran diferencia en nuestra mentalidad.
Ayudemos a los niños a encontrar lo positivo en medio de la situación tan incierta que vivimos.
El esfuerzo emocional de los niños
Definitivamente debemos reconocer que los niños están haciendo un gran esfuerzo emocional al estar encerrados, sin ver a sus amigos y fuera de su rutina. Seamos empáticos y pacientes con ellos y también con nosotros mismos, porque, al igual que ellos, estamos atravesando una situación sin precedentes y hacemos lo mejor que podemos.