Una habilidad importante que los niños del siglo XXI deben aprender es el de la escucha activa. Y los maestros también se pueden beneficiar de ella. Muchos estudios demuestran que escuchar -de verdad escuchar- es crítico para desarrollar una buena relación con otras personas.
Específicamente, para un estudiante es importante saber que su profesor está interesado en lo que él tiene que decir porque se sentirá tomado en cuenta. Y esta certeza promueve también una conexión emocional con su escuela. Como maestro, escuchar a tus alumnos te ayudará a conocerlos mejor y a evaluar si realmente están aprendiendo lo que les enseñas.
Ya hemos platicado antes en Tengo Iniciativa que sentir una conexión emocional es necesario para que los alumnos mantengan el interés por aprender. Entonces, practicar la escucha activa es importante, no sólo como un gesto amable o respetuoso, también como una estrategia de motivación para tu salón de clases.
¿Qué es la escucha activa?
La escucha activa es una forma estructurada de escuchar y responder a quién nos habla de manera que esta persona sepa que realmente estamos interesados en sus comentarios, opiniones, preocupaciones o dudas. Esta práctica le otorga a nuestro interlocutor nuestra total atención, evitando hacer juicios, y poniendo real atención en sus expresiones faciales y corporales, mostrando siempre respeto a lo que nos dice.
En otras palabras, la escucha activa tiene el énfasis en realmente escuchar y no en intentar intervenir con respuestas, comentarios o soluciones a cada momento mientras que la otra persona sigue hablando. Mantener contacto visual y una postura que demuestre que estás atento (el cuerpo hacia tu interlocutor, incluso ligeramente inclinado hacia adelante), es también parte de escuchar activamente.
Además, la escucha activa promueve tomarnos un momento para reflexionar sobre lo que se nos ha dicho antes de responder. Esta pausa demuestra que has estado realmente atento y podría darle a quien te escucha la confianza para decir algo que estuvo renuente a compartir antes, ahora que sabe que cuenta con tu interés.
7 principios para la escucha activa en el salón de clases
Martha Caldwell, autora y especialista en educación, habla de 7 principios que pueden aplicarse en el aula para promover la escucha activa. Esto no sólo mejorará la relación que los maestros tienen con sus alumnos, también creará un ambiente de empatía y comprensión entre compañeros de clase.
1- Estar presente:
Todos en el salón de clase deben poner total atención cuando alguien está hablando. La finalidad es propiciar un sentimiento de seguridad y atención entre los alumnos para que se expresen con libertad. Los maestros deben hacer hincapié en que sus alumnos pongan atención en toda la experiencia de comunicación, incluyendo palabras, expresiones, lenguaje corporal y hasta los silencios de quien habla.
2- Simplemente escuchar:
Escuchar con atención implica tener un estado mental de calma, libre del impulso de dar consejos u opiniones. En el salón de clase debe quedar claro que, si nuestra mente está está ocupada tratando de encontrar soluciones para nuestro interlocutor, no estamos escuchando realmente. La escucha activa implica relajación y empatía.
3- Abrir la mente:
La motivación al practicar la escucha activa debe ser el deseo de entender cómo se siente nuestro interlocutor y cómo es que lo que nos cuenta lo ha afectado. Si alumnos y maestros conversan con un interés genuino en el otro, pronto el salón de clases será un espacio de confianza donde todos pueden participar sabiendo que sus aportaciones serán recibidas sin juicios.
4- Entender el conflicto como parte de la vida real:
Cuando se promueve que los integrantes de una comunidad (como un salón de clases) se expresen con honestidad se corren ciertos riesgos. Puede surgir el conflicto. Algunas veces pasa, y dialogar con apertura y tolerancia hasta resolver esos conflictos es también parte del aprendizaje. Cuando es posible resolver los conflictos, los lazos entre los miembros de la comunidad se vuelven más fuertes.
5- Hacer las preguntas correctas:
La escucha activa permite hacer preguntas abiertas con la intención de entender mejor la postura de una persona. Algunos ejemplos son “¿Cómo te sentiste en esta situación?” o “¿Me puedes platicar más sobre esto?”. Estas preguntas no son chisme. Deben ser hechas con un deseo honesto de empatía
Otra situación donde vale la pena preguntar más a fondo es si creemos que no estamos comprendiendo lo que el interlocutor nos dice. En este caso, es buena idea repetir lo que esa persona dijo con nuestras propias palabras y preguntar si estamos en lo correcto con frases como “¿Es así como te sientes?” o “¿Entendí bien lo que me quisiste decir?”.
6- Aceptar la oportunidad de aprender y mejorar:
Escuchar de forma activa es una habilidad que se puede aprender y reforzar con la práctica. Tanto el maestro como los alumnos deben saber que, en el proceso de aprender la escucha activa, seguramente habrá impulsos de opinar o hacer juicios, y es normal. El objetivo es permitirse disfrutar las conversaciones y discusiones que se tengan, buscando siempre mejorar y entender la postura de los otros.
7- Apreciar la confianza de los otros:
Siempre debemos honrar la confianza que otros nos dan al platicarnos sobre sus experiencias y sentimientos. Esta confianza se debe ver como un regalo. Algo que debemos cuidar, proteger y guardarnos para nosotros si nos han pedido que sea confidencial.
La escucha activa y el aprendizaje
Siempre hay una oportunidad de aprendizaje cuando los estudiantes comparten historias personales en el salón de clases. La labor de los profesores es ayudarlos a hacer conexiones entre sus experiencias y sentimientos y los temas que cubren en el programa escolar.
Por ejemplo, los alumnos de quinto año de la maestra Jazmín platicaron sus experiencias con el bullying y cómo lo han vivido y enfrentado. Posteriormente relacionaron esta discusión con personajes de libros que han leído y que han enfrentado también el acoso escolar. Este tipo de conexiones ayuda los alumnos a consolidar su aprendizaje y expandir sus puntos de vista sobre el mundo.
Los niños y jóvenes necesitan aprender cómo crear espacios de convivencia amables donde todos sientan que pertenecen y que pueden participar. Aprender y practicar la habilidad de escucha activa ayuda a crear estos ambientes de confianza en los que también el aprendizaje se ve beneficiado. Y esta habilidad no sólo les será útil en el salón de clases, sino que los ayudará a tener mejores relaciones interpersonales por el resto de sus vidas.