La creatividad es una característica que asociamos naturalmente con los niños. Sabemos que, gracias a su gran imaginación, ellos están llenos de ideas, entusiasmo y energía, cualidades que los ayudan a expresarse, a resolver problemas y a relacionarse con los demás. Y esas mismas cualidades son las que pueden encender en ellos el interés por emprender.

De vez en cuando surgen, de ente los niños que descubren su vocación emprendedora, algunos que se destacan porque, además de tener buenas ideas, desean ayudar a otros a resolver un problema que los afecta.

Este es el caso que abordamos en la sección Explora de la unidad 3 del libro C de Tengo Iniciativa, y que nos presenta a Brandon Whale, un pequeño emprendedor que a los 8 años inventó la Needle Beetle.

Una aguja divertida

Como su madre padecía de problemas cardiacos, Brandon Whale pasó muchas horas en pasillos de hospitales observando a los pacientes. Se dio cuenta de que, generalmente, los niños sufren al recibir inyecciones y decidió hacer algo.

Así fue como inventó la Needle Beetle, un juguete lavable con forma de escarabajo que los niños apretaban para relajarse y que, a la vez, hacía que sus venas fueran más visibles. Para cuando les aplicaban la inyección, los niños estaban distraídos y muchas veces ni se daban cuenta.

Brandon presentó su proyecto como parte de un concurso en su escuela. Después de ganar, patentó su producto con la ayuda de la compañía By Kids, for Kids y cerró un acuerdo con Mattel para fabricarlo y comercializarlo en hospitales de todo Estados Unidos. El contrato, además, consideraba la donación de 5,000 Needle Beetle para niños enfermos.

Habilidades en acción

La Organización Mundial de la Salud ha establecido la importancia de las llamadas Habilidades para la vida, herramientas necesarias para enfrentar los desafíos del mundo actual. En este contexto, podemos sacar muchos aprendizajes del caso de Brandon y la NeedleBeetle.

El primer aprendizaje es la importancia de la empatía y de la capacidad de imaginar y sentir cómo es el mundo desde el punto de vista de otras personas. Brandon estuvo atento a las necesidades de los niños del hospital y, aunque el problema del miedo a las inyecciones no era algo que lo afectaba directamente, tuvo la empatía necesaria para encontrar una solución para ellos.

El segundo aprendizaje tiene que ver con el pensamiento creativo y la habilidad para resolver un problema de forma innovadora. Brandon logró “pensar fuera de la caja” y encontró la respuesta al problema que se planteó en un principio:

No puedo evitar que inyecten a los niños, pero puedo encontrar la forma de que sea menos estresante y doloroso.

Finalmente, el tercer aprendizaje tiene que ver con la habilidad de tomar decisiones y ser asertivo. Brandon pudo solamente haber notado que los niños la pasan mal cuando los inyectan y continuar con su vida como si nada. Sin embargo, decidió poner manos a la obra y hacer que las cosas sucedieran.  No se sentó a esperar; trabajó enfocado en un objetivo y al final, alcanzó su meta.

El hecho de que la Needle Beetle resultara ser, además de un apoyo para niños enfermos, un negocio viable, es la cereza en el pastel de la historia de Brandon. Este caso es un excelente ejemplo de que los niños también pueden hacer grandes cambios, encontrar soluciones increíbles y generar negocios exitosos con la asesoría y la dirección correcta.

Si como padres y maestros aprendemos a canalizar la creatividad, la energía y el entusiasmo de los niños con las herramientas adecuadas, podemos ayudar a los pequeños a descubrir y desarrollar su espíritu emprendedor, y comenzar a proyectar un futuro mucho más pleno y exitoso para ellos desde muy jóvenes.

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